Comenzábamos nuestro periodo vacacional, atrás habíamos dejado las clases y los madrugones diarios para escuchar sermones que no nos interesaban lo más mínimo, bueno si, nos interesaban para aprobar.
Adela, Carmen y yo habíamos planeado un viaje unos días a una casa rural, nuestros padres nos habían dado su consentimiento y estábamos emocionadísimas. Nos venía muy bien aislarnos del mundo, y de nuestras cosas, a la que más, sin duda, a Adela que cada día que pasaba volvía a reencontrarse con ella misma.
Echábamos mucho de menos sus pronunciadas sonrisas después de sus chistes cortos y malos que sólo a ella le hacían gracia, sus historias, su alegría, su dulce mirada que por un tiempo parecía que no volvería...
Por otro lado estaba Carmen, feliz, se pasaba el día con cara de boba, y es que el amor es así, no reconoce ni sexo, ni religión, ni raza...el amor es sencillo, el amor es convertirse junto a tu pareja en el centro del mundo, el amor te ciega, te nubla el sentido, es una droga pura en vena con las esencias más bonitas del encanto y el desencanto, Carmen había encontrado a su princesa azul....y por supuesto, se venía con nosotras. Sus respectivos padres no sabían nada, y perdidas por el mundo podían dar rienda suelta a las mariposas que habitaban en sus abdómenes.
De mí no tengo mucho que contaros, estaba en proceso de recomponer mi corazón, la vida me había golpeado, se reía de mí viéndome sufrir por cada esquina, era como si la luz que iluminaba el músculo que nos mantiene con vida se hubiera apagado y solo quedara un candil que mantuviera con luz mi melancólico camino.
A todo esto, las maletas estaban a punto, sólo faltaban Carmen y Raquel que ya las veíamos asomar por la esquina de mi calle, eso si, venían como amigas, no se dirigían ni un gesto de cariño, la verdad es que no se les notaba el atontamiento que tenían encima cuando estaban solas.
El taxi nos esperaba, y nuestros padres nos despidieron entre achuchones y besos, y más besos, como si no fuéramos a volvernos a ver.
Durante el viaje Adela, Carmen y Raquel parecían haber entrado en coma, fue increíble, en el minuto 5 de trayecto iban ya durmiendo, impresionante. Yo, por el contrario, no podía conciliar el sueño, Ionut por aquí, Ionut por allá, Ionut, Ionut,Ionut y más Ionut....
Tardamos un par de horas en llegar. Una vez allí nos quedamos atónitas al ver la casa y el servicio que teníamos a nuestra merced.
La casa era inmensa, rodeada de madera, con estufa de leña, barbacoa, y un silencio ensordecedor que envolvía un paisaje precioso, con esponja de algodón haciéndose pasar por nubes y una verdinegra arboleda de hayas, pinos, álamos...
Como he comentado antes, teníamos servicio, unos símpaticos lugareños que nos habían ayudado a acomodarnos, y nos ofrecieron de todo desde el primer momento. No tenían buen aspecto, pero eran muy amables y cariñosos.
Lo primero que hicimos después de acomodarnos en nuestra nueva y humilde morada por unos días, fue apuntarnos a una de las actividades que hacían aquellos hombres....Al día siguiente íbamos a hacer piragüismo......................CONTINUARÁ
